Pitarque (Maestrazgo)
La primera etapa de mi viaje por el Maestrazgo, fué Alcorisa-Pitarque.
Antes de llegar al propio Pitarque (entre Mezquita de Montoro y Pitarque), podemos deleitarnos con el espectáculo del Órgano de Montoro. Una manifestación geológica espectacular que surge a pies del río Guadalope. Merece la pena el sufrir un poco por las carreteras que nos llevan a este punto para ver algo tan majestuoso.
Continuamos viaje hasta Pitarque. Podemos darnos una vuelta por el pueblo, por esas pequeñas callejuelas con empinadas cuestas, tan características de la mayoría de los pueblos del Maestrazgo, que han debido adaptarse a tan compleja orografía del terreno.
Pero la verdadera estrella de Pitarque es el nacimiento del río que lleva su mismo nombre. Hay que coger un sendero que comienza en el mismo pueblo (está convenientemente señalizado) y recorrer durante un periodo que puede oscilar entre la hora y las dos horas a pie (todo depende de como te lo tomes) . El camino también puede hacerse con bicicleta, si bien no es recomendable, pues hay puntos en los que la dificultad con ese medio puede dificultar el avance. Eso sí, por poder se puede. Es más, en lo alto del camino coincidí con varios turistas que habían subido hasta allí con sus niños pequeños y con sus niños más pequeños, que hicieron el camino en su carrito de bebé.
El camino discurre entre dos montañas que forman el valle del Río Pitarque. Durante todo el camino es frecuente encontrarse pequeñas cascadas y manantiales (hasta 20 llegué a contar), algunas de ellas de gran belleza.
Pero lo bueno espera en lo alto. Un agua cristalina, unos rincones bucólicos y espectaculares formas geológicas que el viento y el agua han escarpado con el paso de los años (a ello corresponde la fotografía del principio de este artículo). Si eres valiente y la temperatura acompaña, puedes bañarte en alguna de las pozas que allí te encuentras, eso sí, hay que ser valiente, porque el agua esta fresquica, fresquica.
Si tienes suerte, como yo, puedes divisar algún buitre leonado sobrebolando el camino o bien descansando en las cumbres de las montañas que lo rodean (yo tuve la suerte de verlos gracias a unos prismáticos, lástima que la cámara de fotos no tuviera el alcance suficiente).
Si te tomas el camino con tranquilidad y sales a una buena hora de Pitarque, puedes comer en lo alto un bocadillo o lo que quieras (procurando siempre evitar dejar desperdicios) y, después, emprender el camino de regreso que, cuesta abajo, se hace bastante llevadero.
Lo dicho, un paseo agradable, bastante sencillo y que, sobretodo, merece la pena.
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